Dayna Martin es la autora de la siguiente frase sobre la cual elaboré hace un tiempo algunos pensamientos. Ella es una referente de lo que se conoce como Radical Unschooling.
La frase es la siguiente:
«No puedo imaginar la necesidad de pedir permiso para pasar tiempo con mis hijos o tener que vivir la vida en torno a la agenda de una escuela. Las necesidades de la escuela siempre priman sobre las necesidades de la familia. Esto para mi es desquiciado y opto porque eso no forme parte, para nada, de nuestras vidas.»
No me daba cuenta de lo mucho que interfería la escuela en nuestra vida familiar hasta que dijimos basta.
Nunca se me hubiera ocurrido la posibilidad de que mis hijos no fueran a la escuela, siempre me quejaba de lo mal que nos hacía el ritmo escolar, los horarios incompatibles con la vida real y con el trabajo, los malabares a la hora de cumplir con la docente de turno o con la misma institución, los almuerzos a horarios descabellados y a las corridas. Algo me hacía ruido interiormente cuando la representante legal nos retaba a los papás en la primera reunión del año escolar, y nos increpaba de mala manera para que cumpliéramos con las normas establecidas, amenazándonos de atenernos a las consecuencias en caso de incumplir. Uno se quedaba pasmado pensando: así retan a los chicos? Es esa manera de referirse a las personas?
Como dice Dayna Martin en la frase citada: «es desquiciado»
En raras oportunidades nos dejaban participar del maravilloso proceso de crecimiento de nuestros hijos y con frecuencia era más lo que nos exigían que lo que nos ofrecían, sobre todo a los niños.
Los directivos agregaban y quitaban horas extras a su gusto. Sin consultar con las familias sobre la disponibilidad de su tiempo. Esto resultaba absolutamente incompatible con los tiempos de una familia numerosa como la nuestra. En mi caso tenía que salir una hora antes de lo habitual casi todos los días, y quedarme en la puerta del colegio, porque tenían talleres de media hora antes del horario habitual de entrada, una vez por semana, y nosotros al tener muchos hijos, sumábamos media hora cada día! Así me pasaba el día, las semanas, los meses y los años, paradita, en la puerta del colegio, sin hacer nada.
El tiempo es algo que se pierde cuando los chicos van al colegio, tiempo valioso que se roba a la vida familiar y al aprendizaje verdaderamente significativo. Saquemos la cuenta, los invito, y sumemos los minutos que se pierden durante el día: primero en preparar a los chicos, cambiarlos, peinarlos, alistarlos muy rápidamente, preparar y revisar la mochila, llevarlos en el auto o caminando, luego dentro de la escuela el tiempo muerto que muchas veces es casi la mitad del tiempo de clases concreto, volver a casa, hacer la tarea, comprar o conseguir los materiales que pide la maestra para la clase siguiente… y todo se vuelve un fastidio, un cúmulo de exigencias muchas veces sin sentido.
Porque como dice la autora de nuestra frase de hoy… al final «las necesidades de la escuela siempre priman sobre las necesidades de la familia.»
Gracias a Dios pude decir basta!! La familia es más importante que la escuela! Se puede aprender sin escuela. Y como dice una canción famosa… «Qué lástima pero adiós, me despido de ti y me voy!!»
En casa aprendemos mejor, y hacemos algo que antes no podíamos hacer: vivimos!!!!